Ayer me pasó una de esas cosas que sólo a mi me pueden suceder, una de esas desgracias que me caracterizan y sin las cuales este blog no existiría…
¡Se me rompió el pantalón en el trabajo!
El cierre, ustedes podrán decir: “¿eso qué?, a cualquiera se le rompe el cierre y no es tan grave. Bueno pues la cremallera de mi pantalón no es tan común ya que se encuentra nada menos que en el trasero. Sabía que un día pasaría, ese pantalón nunca me dio buena espina pero… era tAn lindo.
Lo compré hace 4 años en un puesto de ropa en Pericoapa, creo que es la única prenda que he adquirido en aquel lugar y es que honestamente soy el tipo de persona que debe portar una prenda de “marca” para sentirse cómoda. Feo, pero así las cosas son. Bueno, éste pantalón me encantó, para ser una prenda de Pericoapa tenía buena percha, no se despintó pero ni tantito, no era algodón que al final no es algodón y que además es implanchable, no era lana que no es lana y cuya textura corriente te queda tatuada en la piel, no era tela de dudosa procedencia de las que cuando termina el ciclo de lavado y sacas tus jeans favoritos ya no son azules, son color… “mi pantalón chafa de Pericoapa” y te lamentas por haber revuelto tus Denim Gucci con modas Cuchi.
¿El precio?, el precio fue una ganga, 300 pesos recuerdo también que la chica que me atendió se me hizo conocida, pensé que era una compañera de mis tiempos de praparatoriana pero dudé porque siempre creí que era una niña nice y lo es pero eso lo confirmé años después, cuando alguien me comentó que los padres de la chica tenían un puesto de ropa en Pericoapa y ella les ayudaba ocasionalmente a atenderlo.
En fin, mis pantalones de vestir favoritos me traicionaron, se rompió el cierre y no hubo más pa donde hacerse y en vez de llorar, reí y hasta lo twitié y pedí auxilio a algún twittero buena onda que me llevara a mi casa porque ps ahora iba a ser objeto de burla camino a mi casa. Hubo quienes me recomendaron amarrarme un sweater a la cintura y recordar mi época noventera de primaria, otros expresaron sus condolencias y otros más dijeron que eso me pasó por culona. Lo que pude observar es que nadie, pero nadie me ofreció ayuda, nadie me dijo: “oye, eso te pasa por culona pero te llevo a tu casa” , “estás bien wey pero te doy un raite”.
Nada! Pero no importa, de cualquier modo no lo hubiese aceptado, tampoco era tan terrible la situación y en el último de los casos me podía ir sin mayor problema en un taxi.
Camino a casa, pensaba acerca en los aventones… ¿Verdad que son muy bonitos los arrimones aventones? Ah! No, no, ese estilo ya lo hemos visto antes en TV.
Reflexionaba sobre aquellos días en los que no necesitaba aventón de nadie porque tenía uno o dos autos a mi disposición; aquellos tiempos en los que no sabía lo que era pedir un raite y esta meditación me llevó a descubrir que a través de los años, he sido una verdadera bestia porque cuando tenía coche, todo mundo me pedía un aventón y yo los llevaba sin dudarlo incluso si no me quedaba pero para nada de camino, yoooo, dejaba a todo mundo en la comodidad de su hogar porque que pena decirles que no y me sentía culpable porque yo era niña nice con auto y ellos jodidos a pata. Me decía a mi misma que si fuera al revés seguro ellos me darían un ton sin chistar.
Tengo un familiar -músico de algún grupo “conocido”- que siempre me invitaba a sus tocadas o fiestas y al final utilizaba la técnica de chantaje: “Si nos llevas, eres buena onda, si no nos llevas a mi y a todos y cada unos de mis amigos tamborrachos, hippies, jodidos, marihuanos a nuestras casas, eres una mamona”
Así pues, a mis 17, 18, 19, 20 y, 21, 22, 23… viví con un sentimiento de culpa enorme porque yo sí tenía y los demás no, porque yo sí comía y los demás no, porque yo andaba en camionetona de señora y los demás NO y fui chofer de varios con tal de encajar en mis círculos de “amistades”. ¿Saben cuantos de esos son mis amigos ahora que no tengo carro? Sí, efectivamente, ninguno. Gracias a Diosito Bimbo. Saben cuántos de esos querrán ser mis amigos cuando vuelva a tener auto?. Varios, pero esta servidora ya aprendió la lección y en un futuro sólo dará aventones si-me-queda-de-paso y si no NO.
Andar a patin no es tan malo, sobre todo cuando se es estudiante, empleado y freelance at the same time, las horas que pasamos en el transporte público se utilizan para coyotitos express, lecturas escolares, escuchar música, tomar fotos y por supuesto Twittear.
Me gusta el metro, creo que es muy práctico, mis horarios coinciden bien, no me tocan horas pico y me estoy viendo muy chillona porque la realidad es que siempre está el auto de M (excepto cuando nos chocan como hace 15 días) para lo demás.
Debo confesar que casi nunca acepto aventones porque los trayectos a casa, trabajo y escuela son algunos de mis contados momentos para estar con myself, además, a veces te sale peor el raite porque suele pasar que te dejan en lugares inhóspitos de los que no sabes ni cómo salir. ¿Verdad Anónimo Torres? No se me olvida que me dejaste botada en Periférico en un paso -de automóviles no de peatones- a desnivel, con lluvia y todos mis sueños destrozados, Anónimo Zavala es testigo.
Nooo, eso de los sueños sólo era para darle más dramatismo pero sí me mojé, sí me dejó en donde en base a aquella experiencia descubrí que es Plateros y sí me enfermé… cof, cof, cof.
Nooo, eso de la tos también fue dramatismo puro, sí me enfermé pero por un virus que ya traía días atrás pero es-que-el-drama-me-gusta-mucho.