Todos tenemos un pariente cajetoso

Tengo una tía, que es la onda, desde que recuerdo sus platicas son de los astros, los marcianos, los mayas, siempre me pregunta si de casualidad no me acuerdo de mi otra vida, que si por las noches nunca me desprendo de mi cuerpo, jura que soy la reencarnación de su hermana que murió joven, aunque yo creo mas bien que tal vez soy la reencarnación de la Virgen María.
Total ella es muy de esas ondas bien raras, lo cual no me molesta, al contrario me divierte y a veces hasta me creo do que tres de sus teorías.

La historia es que el otro día mientras comíamos pozole de pollo, claro porque no como carne de ninguna otra, mi sobrinita sacó de su mochila esta película.

Y pues mi tía nos relató aquel día en que ella junto con su marido, fueron a la Megapantalla a verla y citó algo que me dejó marcada para siempre: " En la escena donde sirven el chocolate, ay no en serio, les juro que a mí hasta me llegó el olor a chocolate, fue tan real. Y hasta giré la cabeza para ver a tu tío y el me dijo: a mí también me llegó".

No manchen a mí si me dio un ataque de risa frente a el juramento de mi tía de 65 años! Que pex? de cual fuma? que chingona Megapantalla!.

Le pregunté a cual había ido, entonces ahí voy corre y corre a ver esta peli.

Personas que me leen, lo que a continuación diré es cosa muy, muy muuuuy seria, tanto que le debo una disculpa a mi tía por burlarme de su experiencia en la megapantalla en la que juró que todo lo que en ella veas se hace realidad. La siguiente imagen no es apta para niños y personas con problemas cardiacos y es la prueba fehaciente de que mi tía cajetosa no miente.

Sí, así como mi tía olió chocolate en la megapantalla por ver el Expreso Polar, a mí me salieron cuernos cuando ví Hellboy, lo juro por el osito Bimbo que esa megapantalla es del Diablo, y si mi tía lurias lo dice hay que creerle.